Una bomba explotó en un vagón del subterráneo ruso, ayer por la tarde, y dejó 11 muertos en el acto. Esta mañana, murieron tres personas más que se encontraban internadas, informó la ministra de Salud, Veronika Skvorzova, a la agencia Tass. Además, otras 49 siguen en tratamiento.
La explosión ocurrió entre dos estaciones céntricas,”Sennaya Ploschad” y “Tejnologuicheskiy Institut”, de la línea azul del metropolitano. El maquinista no paró en el túnel y siguió hasta la primera estación, lo que facilitó las tareas de rescate y evacuación. Más tarde fue encontrado otro dispositivo, sin detonar. El responsable sería un ciudadano originario de Kirguizistán, de 22 años, según han afirmado las autoridades de ese país: “El kamikaze en el metro de San Petersburgo era el ciudadano kirguís Akbarjon Yalilov (…), nacido en 1995”, declaró a la AFP el portavoz de los servicios de seguridad kirguís, Rajat Saulaimanov, quien añadió: “Es probable que adquiriera la nacionalidad rusa”.
Por otro lado, han reforzado las medidas de seguridad en toda la ciudad, tanto en los nudos de transporte como en edificios públicos, plazas, escuelas o guarderías. El presidente, Vladimir Putin, mediante su vocero, expresó: “cualquier atentado que tenga lugar en nuestro país es un desafío lanzado a todos los rusos, incluido al jefe del Estado, incluido a nuestro presidente”.
El ataque se produjo después de que la organización yihadista del Estado Islámico llamara a atacar Rusia por intervenir en apoyo a las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad.