Juan Bernardi fue sentenciado, en marzo, a cinco años de prisión por “promoción de corrupción de menores” al participar en su chacra de fiestas sexuales con chicas carenciadas, que estaban alojadas en institutos de menores dependientes del gobierno de Río Negro.
Toda la provincia quedó conmovida por el caso, por ello la justicia no encontró otra solución más que enviar al ex juez penal a cumplir su condena en una antigua casona abandona construida en los años ’30, bajo la vigilancia de un guardia del servicio penitenciario.
El edificio, fundado a mediados del siglo XIX por un grupo de diez familias de origen italiano con el propósito de fomentar una colonia agrícola, está ubicado en medio de la nada, a 70 kilómetros de Viedma, sobre la ruta 250. Los lugareños, que en su mayoría viven en estancias y puestos de los alrededores, aseguran que la casona cuenta con la presencia de fantasmas.
Ahora, la antigua construcción es administrada por la Policía Rural, que tiene allí una humilde base de operaciones. Sin embargo, los efectivos de seguridad también aseguran que hay hechos sobrenaturales, cuentan que los sonidos aterradores provienen del segundo piso de la casona sector que fue adaptado para que el ex magistrado cumpla su condena.
“Confiamos en que su estadía allí sea breve ya que esperamos que prospere el recurso de casación contra la prisión preventiva. Mi cliente siempre estuvo a derecho y nunca manifestó intenciones de fugarse”, indicó su abogado Manuel Maza, a Clarín.
Cabe destacar que intentaron trasladar a Bernardi a la localidad de General Conesa pero, la intendenta Alejandra Mas y los concejales, se negaron a recibirlo debido al grave delito que cometió. Además, no era posible que fuera alojado en la cárcel de Viedma porque, en su rol como juez, ordenó la detención de varios prisioneros que se encuentran allí.