La estadística surge de reportes enviados por Interpol, una ONG norteamericana y las denuncias hechas por padres.
La mayoría de los pedófilos utilizaban las redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram y las aplicaciones como WhatsApp y Skype. Los expedientes sobre pornografía infantil suelen caracterizarse por tener como imputados mayoritariamente a hombres de mediana edad que trabajan con niños, entre ellos docentes, pediatras y choferes de transportes escolares. Las víctimas, tanto niñas como niños, suelen tener entre 8 y 16 años.
La titular de la Fiscalía Especializada en Delitos en Delitos Informáticos de la Ciudad de Buenos Aires, Daniela Dupuy, aseguró a Télam que las investigaciones por grooming empiezan a partir de tres fuentes, siendo la principal las alertas que envían desde ‘National Center for Missing Children’, organización no gubernamental estadounidense apoyada por el Congreso y a la cual las empresas proveedoras de Internet tienen que notificarle, por ley, cuando sus clientes suben imágenes de pornografía infantil a la red. Sólo en 2016 se enviaron 4.168 reportes.
Además, hay reportes desde la Interpol, ya sea por detectar el delito desde un IP (nternet Protocol) o por las denuncias de los padres, quienes advierten que sus hijos están diferentes o con cierta sintomatología.
Dupuy, quien lleva adelante la primera fiscalía temática creada en Buenos Aires en 2012 y presentó recientemente su libro “Cibercrimen”, explicó que los pedófilos “piden fotos desnudos a los menores de edad, los incentivan a llevar a cabo actividades sexuales a través de la webcam y después lo pueden distribuir a través de la red de pornografía infantil”. Luego, remarcó: “Las fotos de nuestros hijos pueden dar vuelta al mundo en una red de este tipo”.
La fiscal también explicó que los pedófilos tienen “una constante demanda de material y no se conforman con tener siempre el mismo, lo cual genera que haya más oferta y que se tenga que producir, lo que lleva a sacarles fotografías desnudos a los menores o filmarlos teniendo relaciones sexuales”.
Actualmente las empresas de Internet accedieron a brindar datos como dónde están ubicadas las IP, a quién les están facturando el servicio, y los investigadores ya saben cómo pedirlos y cuál es el tiempo que pueden demorar en contestar, siendo esto una pieza clave para las investigaciones.