Desde las 9 arrancó, en el edificio del Poder Judicial de San Rafael, el juicio a Julieta Silva, quien arrolló con el auto a la salida de un boliche a Fortunato, su pareja, en septiembre de 2017. ¿Crimen o accidente?
Si los jueces aceptan la versión del accidente, Julieta Silva podría ser condenada por homicidio culposo agravado, y recibir como máximo 5 años de prisión. De lo contrario, sería culpable de un homicidio simple con dolo eventual, de 8 a 25 años de prisión.
También a lo largo del juicio, como fecha final el 27 de agosto, intentarán reconstruir aspectos técnicos claves, como la velocidad con la que conducía Silva cuando atropelló a Fortunato y el nivel de luz en la calle en ese momento. Está previsto que declaren 55 testigos y probablemente el miércoles 22 por la noche se realice la reconstrucción del hecho.
Inicialmente, la fiscal, Andrea Rossi, había imputado a Silva por “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el vínculo”, tras considerar que quiso matar a Fortunato, aprovechando su estado de indefensión y con el vehículo que conducía como “arma”. Además, el vínculo de ambos era un agravante. Según las pericias toxicológicas encargadas por Rossi, Julieta Silva manejaba alcoholizada, con 0,7 gramos por litro de alcohol en la sangre, mientras que en el cuerpo de Fortunato había 1,8 g/l de alcohol.
La causa dio un giro cuando apareció Alejandro Cazabán como defensor de la acusada. Cuando el Tribunal de Apelaciones convocó a las partes para revisar las actuaciones desarrolladas hasta ese momento, Cazabán expuso una serie de planteos que convenció a los magistrados de rever lo que había dispuesto Rossi desde el comienzo de la causa. Tras esto, llos jueces Jorge Yapur, Alejandro Celeste y Eduardo Murcia revocaron la imputación inicial e instruyeron a Rossi para que investigara el caso bajo las figuras del homicidio culposo agravado y el homicidio simple con dolo eventual, figuras vigentes.