De las 303 mujeres de terceros países detenidas en cárceles del Servicio Penitenciario Federal, unas 213 “están privadas de su libertad por su participación en el más bajo nivel de la cadena del narcocrimen organizado. Los datos surgen del informe de la Asociación Civil Intercambios, dedicada a la problemática de las drogas.
Siete de cada diez mujeres extranjeras presas en la Argentina están en esa condición por haber actuado como “mulas”, una modalidad de transporte de droga que encuentra el peor final cuando esa persona muere por la ingesta excesiva de cápsulas, como el caso de la joven brasileña que apareció muerta el domingo en Villa Devoto tras el estallido de dos de las 80 cápsulas de cocaína que tenía en su estómago.
“Si las personas aceptan convertirse en envases humanos, es por una combinación de pobreza, explotación, apremios económicos o de salud”, explicó a Télam Alejandro Corda, investigador de la Asociación Civil Intercambios, dedicada a la problemática de las drogas y autor del informe “Encarcelamientos por delitos relacionados con estupefacientes en Argentina”.
Según el último informe, 303 mujeres de terceros países detenidas en cárceles del Servicio Penitenciario Federal, unas 213 “se encuentran privadas de su libertad por su participación en el más bajo nivel de la cadena del narcocrimen organizado, sea como pequeñas vendedoras, como ‘correos humanos’ o transportadoras de drogas”. Y cuando el foco se desplaza hacia las argentinas, el porcentaje no es mucho menor: 61,2 están presas por microtráfico de drogas.
Según la exdirectora del Hospital Interzonal de Ezeiza “Alberto Eurekian” donde funciona una Unidad Especial para la atención de estos casos, Graciela Sorrentino, entre 1994 y 2014 fueron ingresadas 450 personas “ingestadas”, a quienes se ayudó a evacuar 30.842 cápsulas de cocaína.
De ese total, solo el 5 por ciento tuvieron que ser intervenidas quirúgicamente de emergencia y cuatro murieron.